Antes de definir qué es un viaje astral —también denominado ‘desdoblamiento’ o ‘experiencia extrasensorial’— conviene apuntar, da cara a erradicar prejuicios e ideas preconcebidas sobre la materia, que este es un fenómeno completamente natural. Es decir, que cualquier persona puede experimentarlo en un momento u otro de su vida, incluso sin ser consciente de qué es exactamente lo que está viviendo o lo que acaba de sucederle. Asimismo, no está de más destacar que no alberga peligro alguno y que siempre es temporal.
Un viaje astral es el fenómeno durante el cual nuestra conciencia abandona nuestro cuerpo físico para pasar a moverse mediante nuestro cuerpo astral. Para poder entender, al menos de manera aproximada, en qué consiste este viaje, es necesario que aceptemos que tenemos dos cuerpos: el físico —que vemos y podemos palpar— y el astral —también llamado ‘psicosoma’—. Estos dos cuerpos están conectados a través del famoso ‘cordón de plata’, que no es sino una corriente energética sutil e intangible. Normalmente, cuando se realiza un viaje astral el cuerpo físico queda en reposo, siendo el cuerpo astral el que realiza las acciones comandado por nuestra conciencia.
Los caminos y situaciones que pueden conducirnos a un viaje astral son muy variados. Por una parte, podemos embarcarnos en este tipo de viaje de manera involuntaria, pudiendo ser el detonante un acontecimiento específico o un brote espontáneo. En estos casos, podemos ser o no conscientes del fenómeno. Algunos de los indicadores más comunes de que efectivamente estamos sufriendo un viaje astral suelen ser la visión de nuestro propio cuerpo tumbado, desde arriba, o la incapacidad para moverse y/o hablar cuando recién despertamos. Por otra parte, un viaje astral también puede ser inducido. Para ello suele ser común esperar a la noche y realizar algún tipo de meditación durante los momentos previos al sueño.