El Reiki es una técnica oriental de sanación basada en la transferencia de energía, que se realiza a través de la imposición de las manos del maestro en alguna zona del cuerpo del paciente. Su origen es sánscrito (Rei: energía universal + Ki: energía vital). Los beneficios de esta legendaria práctica repercuten tanto a nivel físico como emocional, aunque sus efectos no han sido corroborados por la ciencia (al igual que sucede con muchas otras terapias holísticas u homeopáticas, como por ejemplo la acupuntura).
El trasvase de energía, pilar fundamental en torno al cual gira el Reiki, busca reconducir la energía del paciente para que esta esté correctamente equilibrada en toda la extensión de su organismo. A través de esta correcta canalización se pretende que la energía fluya de manera óptima de un chakra a otro, desatascando las posibles concentraciones de energía negativa, principales causantes de patologías de muy diversa índole. Dichas acumulaciones suelen producirse por motivos o sucesos concretos, habitualmente traumas emocionales de los que el paciente puede o no ser consciente.
Un punto clave que debe considerarse antes de someterse a una sesión de Reiki es que esta práctica no sustituye a un tratamiento médico, sino que debe ser utilizada de forma complementaria (si no junto a medicación, al menos sí de la mano de otra clase de terapias, ya sean de las llamadas alternativas —como el yoga o la meditación— o de las consideradas tradicionales —como el psicoanálisis o la rehabilitación física—). Asimismo, hay que tener en cuenta que el Reiki no opera del mismo modo en todos los organismos, por lo que existen personas que se sentirán aliviadas de forma considerable (e incluso milagrosa) y otras que no notarán efecto alguno.
Además de para intentar sanar dichos traumas, el Reiki es cada vez más utilizado por personas que padecen alguna de las muchas patologías corrientes (y que cada vez están más extendidas entre la población, sobre todo en el mundo occidental) para las que la ciencia todavía no ha logrado encontrar soluciones definitivas, tales como la depresión, la ansiedad o el colon irritable. Ya que estas patologías afectan tanto a nivel físico como emocional, así como lo hace el Reiki, esta práctica podría ser de gran ayuda para aquellas personas víctimas de alguna de ellas. En nuestra opinión, merece la pena someterse a una sesión de Reiki aunque sea en una ocasión, al menos para poder hablar con propiedad y conocimiento de causa sobre sus efectos.