Una carta astral es una representación de los planetas y su ubicación exacta en un momento preciso (el de nuestro nacimiento), tomando como referencia un punto: la Tierra. Es por ello que se dice que la carta astral (también denominada mapa o carta natal, radix, etc.) es una representación geocéntrica, es decir, que toma la Tierra como eje o perspectiva desde la cual se divisa el cielo.
En el momento de nuestro nacimiento, los planetas estaban situados en unas coordenadas particulares, en relación a las distintas casas astrales. Cada una de estas doce casas astrales (o astrológicas) se corresponde con un área o faceta humana. Cada signo zodiacal se enmarca dentro de una casa astral (de ahí que también se utilice el término ‘horóscopo’ para referirse a la carta astral), y su agrupación puede hacerse por cuadrados o por triángulos. Así, dependiendo de la lejanía o la proximidad de un planeta respecto a determinada casa astral, un experto puede interpretar la influencia que dicho planeta ejerce sobre un rasgo de nuestra personalidad.
En definitiva, y ya que no es sencillo profundizar en la dinámica de esta disciplina, puede decirse que una carta astral nos ofrece información sobre qué energía (signo zodiacal) afecta a cada aspecto de nuestra vida (casa astral) y con qué intensidad (ubicación del planeta respecto a esa casa en un momento determinado).
Las interpretaciones que los astrólogos hacen de una carta astral pueden variar bastante, aunque hay dos corrientes marcadas: aquellos que aseveran que la situación de los astros apunta hacia verdades incontestables, y aquellos que afirman que esta solo ha de ser tenida en cuenta como guía (y no como tabla de salvación). No obstante, los datos que proporcionan sí suelen coincidir: una carta astral nos habla sobre aspectos de nuestra personalidad, sobre sucesos acontecidos en nuestra vida (pasados y futuros) y nos ofrece consejos enfocados a desarrollar nuestros distintos potenciales (emocionales, profesionales, etc.).